Pudimos soñar
en los brazos de la
tarde
sin detener la mirada
en ninguna parte
y me dio, por
despertar
nunca vimos
como la alondra
resolvió su nido
en primavera
ni como el campo
agostado por el sol
rompió su queja
con las primeras
lluvias
nos perdimos la mirada
de la reseca hoja
al caer la nieve
y no conocimos el
llanto
que derramó la noche
sobre la rosa
la siguiente
primavera.
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