Bajas hacia mi Ser, envuelto
en la bruma del
crepúsculo.
Anidando los rayos de
Tus manos
en el centro de mi
corazón
rompes, mi vórtice.
Encadenada estoy
al suspiro enamorado
que me enloquece de
Amor
cual caballo desbocado,
laten mis sienes
y mis pupilas se
encienden.
En mi silencio
se rasga más el velo
que me oculta Tu
Rostro
y te presiento
más cercano a las
estrellas
que a mi propio sol.
Camina hacia mi, Amado
mío
que yo preparo tu
lecho
entre azucenas blancas.
Tibias aguas, que
desprenden
aromas de azahar
y murmullo de lumbre.
Entonaré con voz queda,
bellas melodías
que te devuelvan a mí.
Sonidos celestiales
ascenderán por mis
cuerdas
hasta el fondo de Tu boca.
No te detengas en
ninguna Puerta
que hace veinte siglos
estoy esperando por
Ti.
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