Elevaré hacia el
cielo
las columnas
marmóreas de mis brazos.
Hendirán hacia el
centro de la Tierra
los pilares robustos de mis piernas
y me ceñiré al Aire
como el Cupido se
ciñe a su arpa.
Arremolinado el
vestido
de escarcha y nieve
a mi cintura
levantará oleadas de
brillante espuma
que descansará en la
noche cósmica
eternamente
despierta
eternamente dormida.
Mis cabellos
descenderán
como cascada de luz de Luna
sobre mis hombros
desnudos
besando a la
oscuridad
deslizándose por
entre las estrellas
envolviendo y despertando a los planetas.
Lucirá mi Rostro
la sonrisa beatífica
del sol
la espléndida
sonrisa que emitirá
los rayos de las perlas de luz
que residen en la
oquedad de mi boca
hacia todos los
confines de éste universo.
La radiación de mis
pechos
se hundirá en el abismo
levantando polvo de
estrellas
hasta encontrar
hueco
en el pecho de mi
Esposo
y cuando éste acto
acontezca
el Orbe estallará en
la luz prodigiosa
de nuestro mutuo
amor.