Levántate ¡oh,
Jerusalem!, de tus ruinas.
Yo te edifiqué
paso a paso
lentamente fui
construyendo
los cuatro
pilares
en los que te sostendrás.
Tus murallas
son de oro bruñido
que lanzan al
sol sus reflejos.
Tus paredes
son de plata
que refulgen
en la noche.
Los pies entre
ambas
son ciento
cuarenta y cuatro.
En ti
solidificaré el vínculo
consumándote
con el abrazo
de la
Revelación de IHVH.
En las paredes
interiores
coloque doce
puertas
cada puerta es
distinta
tres al norte,
tres al este
tres al oeste
y tres al mediodía.
Y estas doce
puertas
son tus doce
pruebas:
tres de aire,
tres de fuego
tres de agua y
tres de tierra.
De las doce
saliste victoriosa
por eso te
coloqué
doce piedras
desde el jaspe,
hasta la perla.
Yo redifiqué
un templo nuevo
de las ruinas
del viejo
más aún no se
han cumplido los
tres tiempos
más un tiempo
en que
terminaré mi templo.
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