Constructores
de los templos del Espíritu
haced
que la Luz ígnea,
se manifieste en mi Espíritu
que
la deidad que Yo Soy
brille en el centro del Santísimo Capítulo
¡Acercaos
a mí!,
arquitectos,
orfebres y talladores
construid
mis paredes con mármoles
dotadme
de zafiros y brillantes
sacad
brillo a mis puertas, lustrad mis maderas
para
que la brillantez se perciba a lo lejos.
Que
las piedras sean labradas con fuego
y
en sus hendiduras el sol se detenga
señalando los puentes, las galerías, las
cámaras.
¡Levantadme!
hasta
que mis cúpulas toquen el cielo.
¡Oficiad!
Patriarcas
sentaos
en mi coro
ocupad
la sillería, venerables Ancianos
que el órgano, con más de mil acordes
distintos
comience
a rasgar el silencio.
Que
asistan los ángeles con cantos de gloria
preludiando
el acto del Rey.
Acompañad
con tímpanos y laúdes
querubines
del Altísimo
que
la música de las esferas
den a la primera, la entrada al oficio.
Por
las criptas,
los corredores mosaicos de mis muertos
corre
brisa del mar, limpiando los sótanos,
el
subsuelo, donde yacen descompuestas
sus
carnes pútridas
desconsuelo
de la hermosura de sus cuerpos.
A una se levanten de sus tumbas oyendo
el
clamor de las trompetas que llaman a Juicio.
el
Rey, ¡ya llegó!
¡Venid
vírgenes!
vestidme
con la blancura del lino
costureras
y merceras, cosed los encajes
engalanad
el altar, adornadlo con velas y flores
poned
las alfombras que mitiguen los ruidos.
Aunad
las voces de lo bajo, en una melodía
de
cadencia primorosa con las de lo alto,
para
que el Orbe participe del oficio
el
Rey, ¡ya llegó!
Contemplad
mi Templo.
Su
Constructor es mi Dios, Mi Señor,
El que lo destruyó y levantó en tres años
Aquel,
que entrando en Jerusalem murió
y saliendo de ella, resucitó como Dios.
¡Sacerdote
del Altísimo!
proclaman
mis estructuras, mis pilares, mis columnas.
¡Sacerdote
según la Orden
de Melchisedeq, el Rey!
exultan mis murallas
complaciéndose
en El, mi alma santa.
Arrodíllense
aquellos que entran en mi Templo.
acállense
los gritos, las locuras de la voz
que
el Verbo llega
que
la Luz amanece ante las ventanas
y el resplandor penetra por entre las paredes
hasta
hacerlo resplandecer en la oscuridad.
En
la Noche
cósmica, como faro se alza mi Templo
hasta quedar suspendido en el espacio
convertidas
las cúpulas en rayos luminosos
rezumando
agua
cristal
eterno en el Universo
Templo
para mi Señor
en
donde El, establecerá Su casa
digno
templo, digna casa
para
su misericordiosa Presencia.
Pero
nunca más estará solo,
su
Esposa vivirá con Él, por los siglos venideros
la
Novia, la Virgen, la Amada a la que Él visitó
y
velando aguardaba su regreso
la Novia
abandonada
la
Reina de su esplendorosa juventud…
Mariah